Título
¡Sube aquí y verás el trinquet de Massamagrell!
Yo no sé vosotros, pero cuando iba al colegio y nos anunciaban alguna excursión, una súbita alegría y emoción se me apoderaban. Y es que a veces la rutina escolar podía llegar a ser tan tediosa para los niños, que nos habríamos ido de excursión aunque nos hubiese llevado el mismísimo diablo. ¡Y no bromeo!
Recuerdo una de nuestras últimas excursiones, ya en bachillerato, en donde tres profesores voluntarios tuvieron la iniciativa de llevarnos a conocer El trinquet de Massamagrell. Para los profanos, un trinquet es una cancha parecida a un frontón pero con gradas, en donde se juegan las partidas de pelota valenciana, popular deporte de las tierras valencianas. Massamagrell es un pueblo a cuatro km. del instituto donde yo estudiaba y que tiene trinquet. Hasta aquí, más o menos todo normal… Los tres profesores que nos acompañaban (hombres) nos convencieron del gran interés de aquella excursión, ya que nos íbamos a familiarizar con las antiguas tradiciones culturales y deportivas valencianas, que íbamos a aprender vocabulario en desuso, a conocer las normas de un deporte que nos era desconocido a la mayoría, a ver una partida de pelota valenciana en directo… ¡Correcto!
Aunque algunos chicos de la clase estaban entusiasmados con la idea, las chicas sencillamente nos devanábamos la sesera en un vano intento por comprender la utilidad didáctica de todo aquello para nosotras, y es que no sé si lo sabéis, pero el tradicional juego de pelota valenciana ha sido practicado única y exclusivamente por hombres y para hombres a lo largo de su historia (de ahí que antes haya matizado el sexo de los profesores). Si hay escuelas mixtas hoy en día, sinceramente lo desconozco. Hasta tal punto este deporte ha sido cosa de hombres, que las mujeres ni siquiera participaban como espectadoras, es más, siempre ha estado muy mal visto que las mujeres se acercaran a los recintos donde se practicaba pelota valenciana.
Afortunadamente para nosotras, la entrada no estaba prohibida cuando fuimos a aquella idílica excursión al trinquet de Massamagrell, pues nos dejaron entrar y los hombres de allí apenas nos miraron de arriba abajo o cuchichearon mientras nos señalaban durante los veinte primeros minutos que estuvimos allí. Nos sentimos muy “cómodas” e “integradas” durante nuestro trance sentadas en las frías gradas del trinquet. De verdad que intenté entender algo de lo que estaba viendo, de verdad que sí. Pero entre el ambientazo del lugar, casi íntegramente formado por todos los miembros del hogar del jubilado de Massamagrell, sumado al hecho de que solo teníamos diecisiete años, las chicas desviamos la atención del frontón hacia el lugar en donde estaban ubicados nuestros profesores y tutores durante la excursión.
¿Qué narices estaban haciendo? Pues estaban alternando con otros hombres a pie de pista. “Serán amigos o conocidos” – pensamos con nuestra ingenuidad, propia de la adolescencia. “¿Amigos?”, “¿Conocidos?” ¡Y una mierda como el sombrero de un picador! ¡Estaban apostando! ¡Sí señoras y señores, nada más y nada menos! Nos llevaron de excursión un día entre semana, con menos de una semana de antelación para avisar a nuestros padres, y a un pueblo que estaba a dos paradas de metro, porque los “señores profesores de educación secundaria” querían ir a apostar a la pelota valenciana en el puto trinquet de Massamagrell… ¿Cómo me quedé? ¡Muerta me quedé! Eso sí, aprender sobre la cultura y tradiciones valencianas, sí que aprendí, sí.
Aún a día de hoy, los antiguos alumnos que aún recordamos la famosa excursión, bromeamos con ella y, cuando queremos mandar a alguien a la mierda, le hacemos la peineta y le decimos:
Ah, no sabía que jugaste a pelota en su día! y qué tal?? seguro que hoy por hoy hubieras tenido más oportunidades de avanzar en ello, y es que se ha ido abriendo camino, por poco que sea, ¿verdd?
Aun y todo, te quedará el recuerdo de haber sido jugadora de este deporte y no te lo quita nadie! 🙂
Yo me he animado a iniciarme a pala, eso sí, estoy en proceso de aprendizaje de cómo hacer que bote más la pelota, y a veces alterno con la de tenis !-) aunque debería ponerme a ello más días, que no días sueltos, pero bueno.
bss, y que sigas con estas historias y toques de vocabulario- palabras tan novedosas y acertadas! 🙂
Mi experiencia en este deporte fue casi anecdótica, pero debo reconocer que lo pasé muy bien aprendiendo con mi padre. Él me enseñó a fabricarme mis propias protecciones para la mano, con cuero y esparadrapo, jejejeje. Me he informado un poco y, en la mayoría de los pueblos, ya es casi habitual contar con niñas en los clubes de pelota valenciana. ¡Me alegro muchísimo! Ya me mandarás alguna foto tuya jugando a pelota, eh?
Besitos, Josune!
Si, ya, ya…pero tu no has jugado al lado de Genovés al raspall…yo era un crío, y estando de paso por mi pueblo adoptivo, nos vió jugar en la calle mayor, y se puso a mi lado a dar unos pelotazos…no lo olvidaré en mi vida, luego me dió la mano, un cachete cariñoso, y se fue…jamás me he vuelto a lavar la mano….Besets reineta jajajaja.
Jajajajajaja. ¡Me lo creo! Mi padre era pilotari de joven. Él me enseñó las normas, a darle bien a la pelota, a forrarme la mano con trozos de cuero y esparadrapo para jugar en la calle, pero no me dejaban jugar porque era una chica… Comprenderás mi frustración con este deporte. En fin, me quedo con la canallesca de mis profesores y de aquel día de traca!
Besos, rey moro!
¡¡Menuda excursión, Eva!! Y vaya unas tradiciones las que aprendisteis ese dia, jeje, sobre todo acerca del machismo y el morro de algunos profesores…
Una buenísima anécdota, me ha encantado leerla.
Mil besos
Gracias por tus palabras, Chari. La verdad es que te puedes hacer una idea de la cultura valenciana a partir de anécdotas como estas. Las tengo a pares! Valencia es de traca!
Besos, guapetona!
Ay Eva no me hables de peinetas jajjaja, ya tuve una el domingo si pasas por mi relato del ayer lo verás , pero ahora pasa por otra cuestión,pasa por mi blog a recoger el PREMIO VERY INSPIRING BLOGGER AWARD que te he nominado ¡¡Felicidades!!.
Jajajajajaja. Eres una crack! Muchísimas gracias, preciosa! Besos