Título
Paso 4: ¡Canta conmigo!
Querido sin-vergüenza: a estas alturas (pues ya estamos en el paso 4) me imagino que cada vez te sentirás menos intimidado en público, tu sentido del ridículo estará menguando y probablemente te sientas más seguro de ti mismo a la hora de expresarte. Espero que cada día te sientas más libre practicando estos pasos “gamberros” para conseguir tu objetivo: perder el miedo a ser juzgado y actuar como te salga del níspero. Ser capaz de enfrentarte sin tapujos a cualquier situación y aprender a expresarte con asertividad, con calma, sin inmutarte y diciendo con toda tranquilidad todo lo que quieras decir, sin que el miedo, la vergüenza o los nervios te traicionen. Así que canta conmigo es tu próximo reto.
Esta semana vas a cantar pero no solito en casa o con el “Singstar”, no. Aquí ya se presupone cierto nivel de sinvergüencería y hay que salir de la cueva para poner en práctica tu “kung-fu” y demostrar al mundo tu faceta más fresca y golfa. ¿Recuerdas cuál fue la primera canción que cantaste de pequeño? Esa que apenas se te entendía porque aún no sabías hablar bien, esa. Seguramente no la recuerdes pero tus padres seguro que sí, y a lo mejor te han contado tus primeros pinitos como artista alguna vez: “cuando eras un renacuajo cantabas la canción de los dibujos animados que te gustaban” o “cada vez que oías la canción “X” te ponías a cantar y bailar tú solo…”
Mi madre me ha contado muchas veces que, cuando yo era muy pequeña, ella me cantaba las mismas canciones todos los días. Al final, siempre que ella empezaba a cantar había un momento en que se callaba y se me quedaba mirando, y yo terminaba diciendo la última sílaba o palabra de la tonadilla. A todos se les caía la baba. Lo que no sabían mis padres aún en prácticas, es que acababan de crear un monstruo, como todos los bebés a esa edad. La cosa va evolucionando, los nenes crecen y son capaces de memorizar todas las coplillas que oigan.
Según mi madre (y siempre se sonroja al contarlo), la primera canción que a mí se me ocurrió cantar así, por las buenas, yo sola, fue “La p*** de la cabra”. Sí, sí. Así fue. Un gran debut y en el mejor momento. Si alguien no la conoce la puede buscar en Youtube. Yo tenía dos años. Se conoce que me la cantaban por hacer la gracia (a esa edad somos papagayos que lo repiten todo) y mis abuelos y mis padres se partían de la risa y aplaudían y todo. Pero un buen día, estando con mi familia en la calle de mi yaya, se acercaron unos vecinos para verme (es que yo era un bombonet) y preguntaron: “Ja parla la xiqueta?” (¿Ya habla la niña?) Y mi yaya toda orgullosa respondió Ui, ja ho crec! i canta i tot! (¡Uy, ya lo creo, y canta y todo! ¡La que se lio, pollito! Empecé yo toda inocente a cantar la famosa canción (para mayor vergüenza y sonrojo de mi familia) y de repente, cuando estaba a punto de finalizar la primera rima, mi madre me tapó la boca casi como un acto reflejo. Resulta que la vecina que se acercó a saludar se llamaba Asunción. No te digo “na” y te lo digo “to”. Solo dios sabe cómo se puede pasar de “los cinco lobitos” a una cabra deshonrada… ¡Si es que los adultos somos de traca!
Por supuesto yo no recuerdo nada de esta anécdota pero me puedo imaginar perfectamente el papelón que les hice pasar a mis padres con la dichosa cancioncita… ¡Bueno, a fin de cuentas la culpa era suya! ¿A quién se le ocurre enseñar una canción así a una niña de dos años y tan parlanchina como era yo? Todo lo que oía, luego lo soltaba. Pero bueno, esa también es una lección que deben aprender los padres primerizos: guárdate de lo que dices delante de los nenes porque te pueden dejar en evidencia en el momento menos oportuno con un animal de granja.
¡Pégate la arrancada!
Vamos a salir una vez más del caparazón, pero esta vez necesito de tus dotes artísticas porque vas a cantar en público, Pavarotti. Sí señor. El objetivo es vencer el miedo a hablar y que todos te ignoren, superar el corte que da empezar una frase y que alguien te interrumpa, romper con la maldición de que nadie te haga caso porque eres incapaz de sacar pecho y echarle cara a la vida para hacerte oír… Esto no va a ser tan vergonzante ni tan difícil de realizar, pues contarás con la ayuda de tu tribu: familia, amigos, turistas, bomberos, los falleros de tu casal… Tú eliges quién o quiénes quieres que canten contigo, pero no dónde. De eso me encargo yo, chato. Veamos, no te voy a hacer cantar en el palacio de las artes Reina Sofía, eso más adelante, cuando arreglen el trencadís de la fachada y me retiren la orden de alejamiento (es una larga historia…). Puedes elegir entre los siguientes lugares para estrenarte como “hitstarter” (patente del palabro en curso). Para mí un “hitstarter” sería aquella persona que, encontrándose rodeada de otros, empieza a cantar una canción alegre, pegadiza, que todo el mundo conozca y que invite al resto a unirse a tu canto, formando una sola voz. Aclarado el término, los lugares que se me ocurren son un banquete de boda, comunión o cualquier otra celebración, en la cena de empresa, en un cumpleaños, en un local con karaoke, en las grandes reuniones familiares (Nochebuena, Navidad, Reyes…).
Lo único que debes hacer es seleccionar algunas canciones populares, alegres y que todo el mundo conozca. A continuación te confabulas con alguien para que empiece a seguirte al poco de haber empezado tú. Por último, animar al resto a unirse a la canción. ¡Y si hay que bailar, se baila! ¿Será por flow? ¡Vamos! ¡Qué no se diga que estamos oxidados!
No sé cómo estarás tú de repertorio musical, pero aquí van algunas ideas para mejor inspirarte. Me he limitado a sugerir canciones españolas populares por eso de que casi todo el mundo conoce la letra. Cada uno conoce a su tribu y elegirá en consecuencia: A quién le importa o Bailando (Alaska), Libre (Nino Bravo), Me colé en una fiesta (Mecano), Entre dos tierras, Maldito duende (Héroes del silencio), Te estoy amando locamente (Las Grecas), Vivir así es morir de amor (Camilo Sesto), Dame veneno (Los chunguitos), Volando voy (Camarón de la Isla), Macarena (Los del Río), Chiquilla (seguridad Social), Una chica ye-yé (Concha Velasco), La flaca (Jarabe de Palo), Veneno en la piel (Radio Futura), La puerta de Alcalá (Ana Belén y Víctor Manuel), Cien Gaviotas (Duncan Dhu), Un rayo de sol (Los diablos), Eva María (Fórmula V), La vida es una tómbola (Mari Sol), cualquier canción de anuncio, serie, película o dibujos animados, todas las que te gusten o te hagan sentir bien… Y viva España (Manolo Escobar).
Para que te hagas una idea aproximada del ejercicio y sus resultados, te muestro una de las escenas más míticas del cine de los últimos tiempos, sacada de la película La boda de mi mejor amigo (My Best Friend’s Wedding). A ver, no tiene por qué ser igual de perfecto puesto que se trata de una película de Hollywood y lo nuestro sería más bien cine español, pero es por animar.
Análisis pormenorizado de la suposición imaginaria de una premonición de un posible futurible remoto fracaso.
Traducción: “¿Y si la cago?”
“¿Y si nadie se une a mi canción?” “¿Y si me quedo más solo que la una?” “¡Menudo ridículo…!” ¡Ay, ay, ay, ay, ay! ¡No seas tan agonías! Vamos a ver. Es posible que esto te pueda ocurrir pero también hay remedio para ello. Lo único que necesitas saber son todos los posibles motivos por los cuales una arrancada musical puede fallar. Ten en cuenta todos los factores de riesgo a la hora de cantar y no habrá tribu que se te resista. ¡No nos pongamos en lo peor antes de empezar! Si fallas en tu misión “hacer que los demás se unan a ti cantando” puede ser por varios motivos: a) no has elegido la canción adecuada, b) no has elegido el momento adecuado, c) no has elegido el lugar adecuado, d) no has elegido a la gente adecuada, o e) combinación de todas o alguna de las anteriores. Por partes:
Es imprescindible para que esto funcione que elijas una canción que todos o casi todos conozcan (o al menos el estribillo). A ser posible una canción alegre, festiva, bromista… Vamos, que transmita buen rollo y no sea deprimente. Así será más fácil que los demás se apunten. No hace falta cantarla entera. Es mejor que todo resulte natural, gracioso, espontáneo y que todos os divirtáis cantando o incluso bailando. Trata de no darle demasiada importancia, no lo planifiques en exceso y pásalo bien. Te pongo ejemplos de canciones que no serían adecuadas o que estarían abocadas al fracaso, no por ser malas canciones, sino por lo que te decía de la fama o el “buenrollismo” (patente de la palabra en curso) de la canción: cualquiera de Álex Ubago: lo siento pero sus canciones incitan a la pena, por no decir algo más radical (suicidio). Tampoco valdrían José Luis Perales, las últimas de El canto del loco (mejor las primeras) y por último, PROHIBIDÍSIMA: Amigo Félix de Enrique y Ana (solo de escribir el título ya me pongo a llorar).
Otro factor a tener en cuenta a la hora de triunfar es el momento que se elige para cantar. Elige una ocasión informal, casual, una celebración, etc. No hagas como mi tía abuela Dolores que se puso a cantar la sintonía del programa-concurso Furor en el funeral de mi abuelo (su hermano). Bueno pero la perdonamos porque se le va un poco la cabeza… humor negro pero ocurrió de verdad. Tampoco te recomiendo que empieces a cantar cuando todos están comiendo: es incómodo, fastidia un poco y a nadie le interesa ver la comida que masticas. Mejor esperar a que todos estén con la barriga llena.
Evadvertencia: no te recomiendo en absoluto que empieces a cantar cuando te pare La Guardia Civil en una rotonda para realizar un test de alcoholemia. El motivo es que puede llevar a confusión. Tú crees que les vas a aportar buen rollo con la canción (para que no estén tan serios) y ellos creerán que no van a necesitar la boquilla para multarte.
El lugar es otro componente importante a la hora de cantar en grupo. Los lugares al aire libre son ideales porque no se molesta tanto pero cualquier otro lugar cerrado, público o privado, también puede triunfar. Ahora bien, lugares en donde no es buena idea practicar esta terapia: la biblioteca, la iglesia, la sala del juzgado, la comisaría… Tú ya me entiendes… ¡Ah! Y en la rotonda donde te para la Guardia Civil, tampoco. Por eso que te contaba antes de la confusión.
Bueno, ¿y qué decir de la gente con la que quieres cantar? Siempre familia (con la que te lleves bien), amigos, gente de confianza. Puede que el experimento falle si pretendes que personas que no te conocen de nada se pongan a cantar contigo, y menos sin conocer tu historial psiquiátrico. Los pasajeros del autobús, del metro, del avión, etc. puede que no estén muy por la labor, aunque nunca se sabe (según he visto en anuncios y películas puede ocurrir de todo). Tampoco creo yo que un grupo de turistas despistados se unan a ti (a no ser que lleves un paraguas abierto o una flor gigante de peluche en alto). En esos casos te seguirán hasta la valla de Melilla si hace falta. Esto de la gente con la que cantar es una variable: a lo mejor te sorprendes cantando con la asociación “amigos del chaleco con mangas” o con alguna O.N.G. como “apadrina a un político”. Pobrecillos, dan tanto por tan poco… cuando digo que dan me refiero a que dan de verdad, que dan mucho por cu ¡Y hasta aquí puedo leer!
Una combinación de todos o algunos de los factores anteriores podrían tener consecuencias catastróficas. Desde la deportación a otro país hasta castigarte con la pena capital: ver todos los capítulos de Los Serrano mientras oyes la discografía entera de Georgie Dann. ¡Dios no quiera que lleguemos a esos extremos!
Ahora pregunto yo: ¿y si la cosa sale bien? Entra dentro de las posibilidades, ¿no? Además, con la teoría cuántica de nuestro lado, en algún universo deben de haberte dado un Grammy. La cosa es que si consigues superar el miedo y la vergüenza del principio y ves que el resto se anima, pues te vas a sentir muy satisfecho, te vas a divertir y además, te subirá un montón la autoestima y ganarás confianza en ti mismo. Vas a demostrarte que tú puedes ser un líder y uno de los buenos, con canción de buen rollo y con la capacidad de hacer que los demás se animen, pasen un buen rato y se sientan bien. Ahí ganas tú y haces ganar a los demás. Ojalá me encontrara yo en más situaciones como esa porque ¿sabes qué? Se agradece un montón y la sensación de unidad no tiene precio. Lo importante es que quieras hacerlo. Canta conmigo, aunque sea la canción de “la cabra con profesión de dudosa moral” (no es política, es lo otro).
Una entrada de lo más divertida y ocurrente, Eva. Confieso que tengo mis dudas acerca de si yo sería capaz de salir con bien de la prueba, pero en la duda, solo de imaginármelo, también hay divertimento jajajaja. En mi familia ocasiones no faltan y ganas de reirnos tampoco, lo mismo hasta lo intento
Lo de la canción de la cabra ha sido lo más, me he tenido que reir. Me ha recordado a las cosas que los niños le soltaban a mi hermana en la guardería. Que si mi papá la tiene “así”, que si mis papás de noche hacen ruidos “raros”, etc. Vamos que luego ella no sabía con qué cara mirarles conociendo tantas intimidades jajajaa.
Me ha encantado, gracias por el buen rato!!
Besos y feliz finde.
¡Hola Julia! Espero que finalmente te animes y sorprendas a todos con una buena canción para que se unan a ti. ¡Ánimo, reina!
¡Menudos son los deslenguados! Pero ya sabes, los padres tienen que aprender estas cosas también. A mí un día me contó un alumno de cinco años que “su mamá” estaba harta porque “su papá” le daba pellizcos en el culo a todas horas! Jajajajajaja. ¡De traca!
Con lo de la cabra, los niños y sus comentarios…¡tenemos para escribir un libro!
Un abrazo, Julia. Me encanta que lo hayas disfrutado.