Título
La madrastra y el cazador: los padres postizos de Blancanieves.
Continuando con el análisis profundo del cuento de Blancanieves que inicié en El Nacimiento de Blancanieves, me dispongo a seguir con el siguiente personaje que aparece en escena: la madrastra. La maldición de ser Blancanieves comienza aquí a tomar forma física en la nueva esposa de su padre, el rey. La madrastra es sin duda la némesis de Blancanieves. Son completamente opuestas en todos los sentidos, tanto físico, como psíquico, como moral. También me centraré en el personaje del cazador por su doble papel en la historia. Desde mi punto de vista y llegados a este punto del cuento, la madrastra y el cazador son los padres postizos de Blancanieves.
En la versión de los hermanos Grimm se dice lo siguiente:
Tras la muerte de la reina el rey vuelve a tomar esposa. Aunque muy bella, la mujer era presumida y arrogante. Preguntaba con frecuencia a un espejo mágico de su propiedad quién era la mujer más bella del reino y el espejo siempre le respondía que ella lo era. Al oírlo quedaba satisfecha porque el espejo no podía mentir. Pero cuanto más crecía Blancanieves, más hermosa era y a los siete años superaba en belleza a su madrastra. La nueva reina preguntó a su espejo la misma pregunta de siempre y la respuesta fue, para su horror, Blancanieves. Furiosa y verde de envidia, la madrasta comenzó a odiar a la niña y no encontraba alivio de ninguna clase. Decidió acabar con la vida de la joven y ordenó a un cazador que la llevase al bosque y que allí la matase, trayendo como pruebas de su muerte los pulmones y el hígado de la niña. Llegado el momento, el cazador no pudo cumplir su misión conmovido por las súplicas y la belleza de Blancanieves. Perdonó su vida y ella juró no volver nunca más. El cazador pensó que pronto las fieras del bosque harían su trabajo y mató un cerdo para llevarle a la reina los pulmones e hígado del animal con el fin de engañarla. La madrastra cenó los órganos creyendo que eran de Blancanieves.
La madrastra vs. Blancanieves
Los atributos de la madrastra no se corresponden en absoluto con los de la difunta reina. Mientras que la madre de Blancanieves era “un ángel del hogar”, la madrastra no reúne ninguna de las cualidades requeridas por la sociedad del siglo XIX para ser “la perfecta casada”. Es orgullosa, arrogante, megalómana, envidiosa, intrigante, malvada y siniestra. Además tiene rasgos de bruja, pues posee un espejo mágico que mantiene en secreto. El espejo representa la leyenda de Narciso. Este joven de la mitología griega, se enamora de sí mismo al ver su imagen reflejada en el agua y muere ahogado al intentar fundirse en una unión amorosa entre él y su reflejo. La obsesión de la madrastra por su propia belleza reflejada en el espejo llegan a trastornarla y la obcecación deriva en locura que la empujarán a desear la muerte de sus rivales y la conducirán a un trágico desenlace.
Cuando la madrastra ordena al cazador que mate a Blancanieves, en verdad le está pidiendo algo un tanto diferente, relacionado con el ámbito sexual. En mi artículo anterior dejé clara la íntima relación entre el color blanco y la pureza, inocencia o virginidad, atributos de la joven Blancanieves. Su madrastra, como personaje opuesto, no posee ya esas cualidades debido a su edad, su matrimonio y su perfidia. A pesar de su corta edad (siete años), Blancanieves parece haber adquirido proporciones físicas un poco más acordes a la preadolescencia, por licencia poética de los autores. El cazador debe “matar” a la joven y regresar con una prueba de ello. Sin duda, lo que pretende la madrastra es despojar a Blancanieves de aquello que la convierte en “la más bella”, es decir, su inocencia y virginidad. El cometido del cazador será pues arrebatar este preciado y católico don a la niña mediante la violación, cosa que supondría la muerte moral de la joven, dejando de ser su belleza una amenaza para la madrastra. Recuerda que el cazador posee un cuchillo (instrumento de forma fálica y funesta por su facilidad para “desgarrar”).
El cazador vs. Blancanieves
Con lo que no contaba la nueva reina era con otro símbolo del psicoanálisis, que tiene su origen en Grecia y que fue desarrollado y popularizado por “el padre del Psicoanálisis”, el doctor Sigmund Freud. Un fuerte sentimiento edípico se apodera de la joven tras verse en peligro y suplica la protección del cazador, visto por ella como una figura paterna. De esta forma la madrastra y Blancanieves vuelven a enfrentarse, esta vez como rivales por el amor y la atención de la figura paterna. Blancanieves consigue la protección del cazador, con lo cual obtiene otra victoria frente a su madrastra.
El cazador cede y la joven huye con la promesa de no regresar. Blancanieves comienza a partir de aquí su iniciación hacia la madurez como veremos más adelante. Aunque el cazador cree que algún “animal salvaje” (forajido, bandolero, rufián…) terminará lo que él no pudo, decide conseguir los órganos exigidos por la madrastra de un lechón, por su pequeño tamaño. De este modo, el cazador mata dos pájaros de un tiro, nunca mejor dicho: por un lado regresa con un testimonio de sangre, prueba de la muerte (relación sexual) consumada; y por otro lado consigue entregar los órganos a la nueva reina, que más tarde comería.
He aquí otra leyenda antiquísima, proveniente de antiguas tribus y pueblos guerreros de origen americano, concretamente el guaraní: el canibalismo. Este pueblo indígena practicaba el canibalismo ritual como medio para obtener los atributos de fuerza, valor e importancia de los guerreros enemigos a los que vencía en la batalla. Les echaban sal para conservar su carne durante más tiempo y comían sus órganos vitales. La madrastra celebra un ritual casi idéntico al cocinar con sal los supuestos órganos de Blancanieves con la intención de adquirir así su belleza mediante el canibalismo. Solo que los órganos no son de la niña, sino de un gorrino. Como ya habréis adivinado el cerdo no era uno de los animales más apreciados por su belleza, sino más bien por su carne. De modo que la madrastra, lejos de adueñarse de la hermosura de su hijastra, se habría apoderado de todos los desagradables atributos asociados a los puercos.
La maldición de ser Blancanieves no termina aquí ni mucho menos: tan solo acaba de comenzar. La madrastra y el cazador son los padres postizos de Blancanieves hasta esta parte del cuento. Después de esto, la huida representa la aceptación por parte de la niña de una culpa que no comprende pero que desgraciadamente asume. Promete no volver jamás por la vergüenza que siente al creer que ha hecho algo deshonroso. Este suele ser uno de los pensamientos más frecuentes que albergan las víctimas de abusos sexuales. No lo sé de primera mano pero desgraciadamente lo he vivido muy, muy de cerca. Estas personas creen que han sido causantes o incitadoras del maltrato y por tanto se consideran culpables, erróneamente. Sienten infinita vergüenza y temor por si alguien descubre los hechos y son condenados o juzgados por su entorno (sociedad), por haber consentido. De ahí el silencio y el sufrimiento de dichas víctimas hasta el día en que se liberan de tan injusto lastre.