Título
Fiesta de disfraces
Dedicado a Mary Poppins, que me dio la idea.
Generalmente reservamos las fiestas de disfraces para Carnaval, Halloween o las fiestas del pueblo pero, ¿y si te dijera que puedes convertir cualquier ocasión en un concurso de disfraces? Un cumpleaños, una cena con amigos, reuniones familiares… No hace falta mucho: los disfraces no tienen por qué ser perfectos, ni caros, ni demasiado elaborados. Cuatro trapos, ropa antigua, complementos de ir por casa o prestados pueden dar mucho juego. Ahora bien, si eres de esos que necesitan meterse mucho en el papel representado o simplemente te lo puedes permitir, siempre puedes acudir a cualquier tienda de disfraces. Allí encontrarás hasta el más mínimo detalle para darle un toque distinguido a tu fiesta.
Unos vecinos míos, sin ir más lejos, celebraron el cumpleaños de uno de los hijos e invitaron a toda la familia y amigos, o al menos eso me pareció cuando salí a pasear a Byron y vi que habían tenido que alargar la mesa fuera del garaje, ocupando la acera y media calle para poder sentarse todo el clan. Me chocó mucho la forma en que vestían.
Resulta que celebraban un cumpleaños temático de los años 60 y todos estaban disfrazados de hippies. Seguro que la mayor parte de la ropa era suya o prestada. Hasta los peinados eran alucinantes: pelos largos con raya al medio, peinados afro, cintas o coronas de flores… Los hombres llevaban pelucas, iban con chalecos o con la panza al aire directamente. Pero no panzas “de pega”, sino de las buenas: aquello eran panzas homologadas. En fin, me pareció una idea muy original y sin demasiadas complicaciones. La música era de los 60 o 70, bailaban mientras ponían la mesa y los niños se lo estaban pasando en grande.
Cuando volví de pasear a Byron me terminaron de convencer con un detalle insuperable: se conoce que compraron algún incienso o ambientador especial porque si no, ¿cómo habrían conseguido ese olor a porro tan auténtico que salía del garaje y perfumaba toda la calle? “Unos perfeccionistas…” – me dije.
La cuestión es que mi siguiente reto para ingresar en El Club de los Sin-Vergüenzas es organizar tu propia fiesta de disfraces en cuanto tengas la oportunidad: tu cumple, santo, cena familiar o con amigos, nochevieja, Halloween, el día mundial del beso… Es conveniente que la fiesta sea temática para que no te sientas tan incómodo con tu disfraz, ya que el resto llevará disfraces en armonía con tu propuesta; pero si no puedes conseguir que todos sigan el tema, que cada uno se disfrace de lo que quiera, lo que tenga en casa y aquí paz, y allá gloria.
Una fiesta de disfraces legendaria
Si tienes que elegir temática para tu fiesta de disfraces, lo más práctico es que escojas una década con la que te sientas identificado, que te atraiga su estética y que no sea muy cercana a la década en que vives: años 20’, años 50’, 60’, 80’, 90’ y para. De esta manera es muy posible que los invitados encuentren disfraz fácilmente ¡ah! Y la música para el evento debe corresponderse con la época, claro está.
Por otro lado puedes optar por épocas insignes de la historia: desde la mismísima prehistoria, pasando por los egipcios, griegos, romanos, edad media, barroco, etc. O sencillamente de personajes históricos, reales o ficticios: Ramsés II, Julio César, Cervantes, María Antonieta, Alejandro Magno, el rey Arturo, Hércules, Cleopatra, Velázquez, Juana de Arco, la reina Elizabeth I, Sissí Emperatriz, Madame Curie, el Lute…
Por si esto fuera poco, ahí va otra evasugerencia: elige como tema tu película o serie preferidas. Eso sí, que la gente conozca y que dé juego con el tema de los disfraces. No vayas a proponer una fiesta de disfraces con la temática Hannibal, porque todos iríais vestidos con el mismo bozal (¡a ver quién come así!). Te propongo películas o series como Juego de tronos, The Walking Dead, Águila Roja, Titanic, Star Wars, Matrix, El Señor de los Anillos, Grease, Sexo en Nueva York, La Vaquilla… ¿Será por opciones?
Por último, también pueden ser muy recomendables las temáticas por grupos de personajes como superhéroes: los Vengadores, los 4 fantásticos, los X-Men , Superman, Batman, SuperLópez…; personajes de cine: Marylin Monroe, Charlot, Drácula, Eduardo Manostijeras, Pretty Woman, Leónidas…; personajes de animación o de cuento: príncipes y princesas Disney, Shrek, Fiona, Caperucita, el lobo, el flautista de Hamelin, Jessica Rabbit, Heidi, Pedro, los Simpson, David el gnomo…; parejas de famosos: Brad Pitt y Angelina Jolie, Ana Belén y Víctor Manuel, Paris Hilton y Lindsey Lohan, Sam y Frodo, Marco Antonio y Cleopatra, Shakira y Piqué, Romeo y Julieta, John Lennon y Yoko Ono, JFK y Jaqueline Kennedy… ¡Si es que no pararía de ponerte ejemplos! Esto es una mina de oro.
Puedes decorar el lugar de la fiesta de disfraces para que no se rompa la magia. A veces las cosas más pequeñas o sencillas son las que más juego dan: manteles, servilletas, velas, cortinas, champán o Champín (más barato y sin alcohol), objetos colgantes e incluso dibujos hechos por ti. En cuanto a la música, lo ideal es que fuera con la temática de la fiesta de disfraces, pero como a veces esto pudiera resultar aburrido, siempre podrás utilizar la música que te dé la real gana: para bailar, crear ambiente de fondo, los últimos éxitos o tu grupo favorito. Lo mejor de todo esto es que tú y solo tú pones los límites, ¿día, momento, lugar, tema, invitados…?
Así que ya sabes, desmelénate y pásalo genial con los tuyos siendo quien tú quieras.
¿Quién eres tú?
Qué pregunta más chunga, ¿verdad? No me extraña que Alicia en el país de las maravillas dudase de ella misma cuando la Oruga del cuento le hizo la misma pregunta rodeada del humo de la pipa: “Who are you?”
Es cierto que una persona tímida, vergonzosa, con miedo al qué dirán o al ridículo rehusará sistemáticamente la idea de disfrazarse en público. Esto se puede poner dramático si llevamos a dicha persona por las calles del Carnaval. Pero yo no te voy a exigir tanto. Tan solo una fiesta de disfraces con gente de tu confianza, amigos, familia. Eso suele facilitar las cosas porque el estrés provocado por la vergüenza de ir disfrazado se reduce considerablemente cuando lo haces con tu círculo de confianza: nadie va a reírse de ti y nadie te va a juzgar. Es un entorno seguro en el que no corres ningún peligro.
Analicemos detenidamente cómo esta experiencia puede ayudarte a salir de tu burbuja y a conectar de manera natural con otras personas. Lo más obvio de una fiesta de disfraces es que todos se visten de algo que realmente no son (al menos a diario); pero siempre hay algo en el personaje que nos lleva a intuir que la otra persona se siente cómoda. Se puede saber mucho de una persona solo examinando el disfraz que lleva y cómo lo lleva. No lo dudes: esta es tu gran oportunidad para practicar esta terapia, preferiblemente en grupo. Salir de la rutina, desmelenarte y liberarte de las tensiones diarias.
La liberación consiste en cambiar de peinado, maquillaje, ser otro y exhibir otro yo que, por otro lado podría ayudarte a comprender quién eres o quién quieres ser. Escogemos la ropa que queremos y la lucimos antes el resto de personas disfrazadas, generalmente con risas, bromas y desenfado. Verdaderamente puedes vivir otra realidad, abandonar durante unas horas tu cobijo y romper con lo cotidiano.
El mayor de los atractivos de disfrazarse es la posibilidad de convertirnos en “otro”, de adoptar otra personalidad y de actuar de forma diferente a la habitual. Las máscaras y los disfraces facilitan la desinhibición y permiten la asunción de otros roles, algunos de los cuales compensan limitaciones personales y aproximan a la persona a su yo ideal.
El disfraz brinda oportunidades de expresión que a menudo son reprimidas en nuestra vida diaria. Basta con ponerse una careta para que la timidez habitual desaparezca como por arte de magia. En esos momentos sentirás que puedes comerte el mundo y capaz de conocer y hablar con cualquiera. Descubrirás que la extroversión y la alegría solo están a un disfraz de distancia. Además, tú mismo te adentrarás en tu persona y te acercarás más a lo que te gustaría ser realmente con solo observarte a ti y a los demás.