Título
Escena navideña
A mi amigo Pedro Fabelo
– Un año más debo felicitarme por mi estupenda cena de Nochebuena. No ha faltado nadie, la comida estaba exquisita, todos han recibido su regalo y la abuela solo se ha tomado dos villancicos de más… ¡Un éxito! Ahora sofá, manta y un copazo de…
Toc-toc.
– ¿Quién coño sois vosotros?
– Somos los espíritus de las navidades pasadas, presentes y futuras.
– Os habéis equivocado de casa. Yo celebro la Navidad cada año con mi familia y nos queremos mucho y tal.
– Ya lo sabemos. Es que… hace mucho frío y está lloviendo.
– Pues idos a vuestra casa.
– No podemos.
– ¿Y eso?
– ¡La hemos cagado, ¿vale?! Venimos de casa de la bruja esa que vivía al principio de la calle.
– ¿Vivía?
– Sí. Se acaba de morir… del susto que le hemos dado. Este año le tocaba a ella recibir “la lección” de los fantasmas de las Navidades por ser tan mala persona y cuando nos ha visto entrar le ha dado un yuyu.
– Así que habéis matado a la bruja del barrio. ¿Cuántos años tenía, 200?
– 98.
– ¡¿Y a qué coño estabais esperando para hacerle la visita?! ¡Esa mujer lleva siendo una mala pécora desde que la conozco y no fue ayer!
– ¡Lo que nos faltaba! ¡No hace falta que nos eches tú la bronca! Bastante tendremos ya cuando se entere el Altísimo…
– ¡Ya lo sabrá! ¡La señora se ha muerto y ahora estará con él!
– ¡Qué va! Con lo mala que era estará allá abajo y con lo lentos que son en administración, por lo menos pasarán quince días antes de que los de arriba se den cuenta… Y encima con la cantidad de días festivos que hay… casi un mes.
– ¿Pero cómo sois tan incompetentes?
– ¿Nos dejas pasar o no?
– Queda turrón y anís en la mesa del comedor… ¡Quitaos los zapatos! ¡Y no toquéis nada!
– ¿Aún están echando el especial de Raphael en la uno? ¡Uy, qué calentito!
¡Qué grande eres, Evita!
Es la primera vez que alguien me dedica un cuento. Y, ¿sabes qué? Me encanta que hayas sido tú la primera en hacerlo. Me ha emocionado mucho recibir este maravilloso regalo. Y más en estas fechas en que, como sabes, en mi familia nos falta alguien muy especial que se nos fue este año: mi viejito. 

Gracias, Evita. Y, por favor, no cambies nunca. Personas como tú hacen falta siempre. Siempre.
Un besazo enorme, Eternal Smile. Y gracias por el cariño y el aprecio que me brindas; es mutuo, ¿lo sabes, verdad?
¡Hola Pedro! ¿A quién iba yo a dedicar algo tan absurdo? ¡Pues a ti! Jejejeje
Muchas gracias por ser tan especial: te lo mereces todo. Espero que pases unas felices fiestas (a pesar de las ausencias).
¡Un besote, rey!