Título
Adivinanzas y acertijos.
¿Te gustan los juegos de preguntas y respuestas?, ¿Sigues viendo programas como “Saber y Ganar” o “Pasapalabra”?, ¿Eres un fanático del Trivial? ¿Te sientes como Sherlock Holmes cuando resuelves algún problema solo utilizando tu ingenio, lógica o sentido común? Si tus repuestas son mayoritariamente SÍ, es que las adivinanzas, los acertijos y los juegos de lógica son lo tuyo. Esta es tu sección. Despabila tu mente y desafía a tus amigos con adivinanzas y acertijos. Estos son los juegos que te harán disfrutar y aprender. Desarrollarás un sexto sentido que te permitirá diferenciar entre el mundo de la lógica como método fiable hacia la verdad, y el mundo de la falacia como trampa para tu capacidad deductiva, que debes detectar y eliminar de la ecuación. Reconocer esas trampas y hacer deducciones lógicas correctas te conducirán al éxito.
Hablando de éxito… ¿Te suenan estos versos? “Veo, veo… ¿Qué ves?.. Una cosita… ¿Y qué cosita es?… Empieza por la “a”… ¿Qué será, qué será, qué será?…”
¡Te pillé!
Ahora no disimules. ¿Cuantísimas veces te han invitado a jugar a las adivinanzas con esta cancioncilla de Mª Teresa Rabal? Tus padres, tus abuelos, tus tíos… y de pronto se cambian las tornas y te ha tocado a ti empezar el juego con los peques cantando la misma tonadilla. Lo mires por donde lo mires, esto es inevitable: el mundo no deja de girar y los roles se intercambian generación tras generación. “Es el ciclo sin fin, que lo envuelve todo”. Mi madre nos la cantaba constantemente para que mi hermano y yo jugásemos a adivinar cosas que había en la habitación o lugar en el que estuviésemos jugando. Nos partíamos de la risa porque mi madre fingía equivocarse todo el tiempo y mi hermano y yo acabábamos por los suelos. No nos cansábamos nunca de jugar con ella al “veo, veo”.
Luego nos hicimos mayores y yo jugaba al “veo, veo” con Pedro José y Sebastián, los niños a los que cuidé desde que eran bebés hasta que ya se hicieron lo suficientemente mayores como para cuidarse solitos. ¡Cómo echo de menos a esos niños! Suena a tópico, pero se aprende más enseñando que estudiando, y de los niños nunca se deja de aprender. Si me pusiera a contar todas las batallitas sobre nosotros tres, editaría un libro entero.
¡Qué jóvenes éramos todos! Pero en fin, volviendo al tema de las adivinanzas y acertijos, cuando iba a cuidar a Pedro José y a Sebastián, quería tenerlos entretenidos como fuera porque no me gustaba que estuviesen todo el día cara a la tele. Ellos también se desternillaban de risa cuando jugábamos al “veo, veo” porque yo, al igual que mi madre, también fingía equivocarme en todas las respuestas. Con diez y once años, mis hombrecitos ya no estaban para el “veo, veo”, pero jugábamos igualmente a las adivinanzas.
¿Cómo? Pues de una manera muy sencilla (al fin y al cabo eran niños). Por ejemplo, yo empezaba diciendo: “tenéis que adivinar una película de dibujos o una persona o un objeto de la casa…” (Valía cualquier cosa que ellos conocieran). “Podéis hacerme todas las preguntas que queráis, pero yo solo podré contestar “sí” o “no”. Si os precipitáis y no acertáis, pagaréis prenda y tendréis que contar un chiste”. Bueno, ¡aquello era la risión! Se partían de risa, se equivocaban al preguntar, cuando me tocaba a mí hacer preguntas, a veces se liaban con las respuestas… pero nos lo pasábamos en grande y ellos aprendían a ser pacientes, a pensar y organizar sus ideas, preparaban estrategias, agudizaban su ingenio y, con el tiempo se volvieron unos verdaderos expertos en los juegos de preguntas y respuestas, tipo Trivial, pero sin este famoso juego de mesa.
Una nueva esperanza ha nacido y me ha permitido volver felizmente al “veo, veo”. Mi ahijado Álex, que acaba de comenzar el cole, es quien me va a enseñar mejor que nadie a volver a jugar como un niño. Con sus normas, con sus juegos y sus juguetes. A pesar de tenerlo un poco lejos, pues vive en Pamplona, pienso aprovechar cada segundo a su lado para aprender a “jugar el mundo” tal y como él “lo juega”.
Las adivinanzas no son solo juegos de palabras con respuestas obvias para un adulto. Son ejercicios intelectuales que, entre otros beneficios, ayudan a los niños a asociar vocablos e ideas mediante juegos de palabras o rimas, enriquecen su vocabulario y les enseñan a diferenciar el sentido real de una palabra de su sentido figurado o metafórico. Las adivinanzas son en sí un juego muy gracioso para ellos porque de pronto, las palabras que ellos conocen se confabulan para formular una pregunta cuya respuesta es lógica e incluso fácil. Es en ese preciso momento, el momento en que descubren y entienden la respuesta, cuando quedan impresionados por el poder y versatilidad del lenguaje.
Harina de otro costal. Preadolescentes y adolescentes
Los acertijos o problemas de acertijos lógicos son harina de otro costal. Estos juegos estimulan a los niños de manera similar pero, al ser un poco más complejos, son incomprensibles para los más pequeños. Se quedan unos segundos pensando y después de ver el laberinto en el que están, empiezan a decir soluciones al azar. Ese no es el propósito de este tipo de juegos: el azar no tiene cabida ni es meritorio en el mundo de la “adivinación”. Por este motivo, estos ejercicios mentales más enmarañados son ideales para preadolescentes y adolescentes. Generalmente, los problemas de acertijos son ejercicios matemáticos como completar series de números, o ejercicios de lógica, donde los chavales deben desbrozar una especie de adivinanza “tramposa” y obtener a través de la lógica y la deducción, la repuesta correcta. Son del tipo:
“Hay un río y un pastor tiene que pasar un lobo, una cabra y una lechuga a la otra orilla del mismo. Para hacerlo tiene una barca en la que solo caben él y una de las otras tres cosas. Pero he aquí el problema: si el lobo se queda solo con la cabra, se la come; si la cabra se queda sola con la lechuga, se la come. Entonces… ¿cómo debe hacer el pastor para cruzar las tres cosas al otro lado del rio?”
¡Todo un clásico! Por si acaso no puedes dormir esta noche devanándote los sesos con el dichoso acertijo, te daré una pista: “el pastor va a tener que echar más de tres viajes”. Pan comido, ¿no?
Duelo de titanes:
desafío adulto de adivinanzas y acertijos
Ha llegado el momento de la verdad. El sol cegador se pone lentamente sobre el horizonte. Las calles están vacías. Solo se oye el soplido del viento ardiente procedente del desierto, que arrastra plantas rodantes y quema ligeramente tu cara. Es hora de poner las cartas sobre la mesa y enfrentarte a tu destino. Frente a frente, cara a cara, solo tú y tu oponente. Mentes cargadas y a punto de ponerse en acción. Sin tregua, sin piedad. Escoge un juego y un adversario o adversarios, dignos de tu pericia y ¡que empiece el duelo de titanes!
Para poner en práctica estos juegos no es necesario salir de casa pero, como siempre digo, los juegos en los que la agilidad mental es clave, las cuatro paredes parecen enjaular tu cerebro. Sin embargo, el aire libre puede inspirarte mucho más al ser un espacio abierto y sin límites. Como ya he mencionado, puedes jugar con más de una persona y estar dispuestos a poneros a prueba, disfrutar y reíros de vosotros mismos.
A continuación te propongo desafiar tu ingenio y el de tus amigos con los juegos de adivinanzas, acertijos y similares de cuando éramos niños, pero trataré (y eso va también por ti) de adaptarlos a tu edad. Incluyo también unas breves instrucciones por si has olvidado los juegos o sencillamente, los desconoces. Muchos los conocerás de sobra y habrás jugado a ellos infinidad de veces; otros, quizás te resulten desconocidos o peculiares:
El “veo, veo” es sin duda el más famoso entre los más pequeños, y el más sencillo para los adultos. Ahora bien, puede convertirse en una pesadilla para quienes lo jueguen al aire libre y con infinidad de elementos alrededor. Ese es el mayor reto y el que yo te sugiero. Las normas son bien fáciles. Se empieza eligiendo mentalmente uno de los objetos que puedas ver a tu alrededor (papelera, banco, semáforo, toldo, flores…) y cantando o recitando las rimas que he escrito al principio del artículo. A continuación tu contrincante debe adivinar de qué se trata, con la única pista de saber la letra con la que empieza el elemento que escogiste. Si hay más de un contrincante, se turnan para dar sus respuestas. Aquella persona que primero adivine la palabra, gana y le toca comenzar el juego como al principio.
Si le echas morro e imaginación, puedes hacer que tú y tus amigos paséis una tarde genial a base de bromas, cachondeo y sana competición.
“Adivina, adivinanza” es también uno de esos juegos que, en principio van dirigidos a niños, pero se pueden complicar tanto como quieras. Ya sabes, alguien empieza diciendo: “Adivina, adivinanza…” y a continuación recita unos versos o rimas (muy breves) donde el lenguaje se disfraza para que adivines algo a partir de las pistas ocultas del acertijo. Existen páginas web y libros especializados en adivinanzas clasificadas por edades o por dificultad. Aquí es indispensable el saber popular o colectivo, ya que muchas adivinanzas se transmiten oralmente de padres a hijos y así sucesivamente. Si no recuerdas ninguna adivinanza o solo conoces unas pocas, te invito a que visites la siguiente web sobre adivinanzas para que puedas recopilar y disponer de material.
Ejemplo de adivinanza:
“En este banco están padre e hijo sentados.
El padre se llama Juan y el nombre del hijo
¡Ya te lo he dicho!”
Es un claro ejemplo de lo que te contaba arriba. Quien antes adivine la respuesta, gana y tiene derecho a formular su propia adivinanza. Pero te prometo que hay adivinanzas mucho más difíciles y malintencionadas que sí van a poner a prueba tu capacidad de observación y agudeza mental. Te dejo algún ejemplo:
“¿Qué cosa no ha sido y tiene que ser,
y que cuando sea dejará de ser?”
“Qué es más grande que Dios, más maléfico que el Diablo, los pobres lo tienen, los ricos lo necesitan, y si lo comes morirás.”
No vale buscar por internet ¿eh?, eso es hacer trampa y las trampas hacen llorar al niño Jesús… Felices sueños…
¿Qué me decís del juego del ahorcado? ¡Madre mía, madre mía, qué recuerdos! Aquellas tardes cálidas de primavera, durante las clases más soporíferas del colegio, medio sobados por el sol que entraba por las ventanas y todos pensando en la mona de pascua… Desde las últimas filas, al estar sentados por parejas, podíamos entretenernos jugando al ahorcado sin que nos “pillara la seño”. ¡Mira que éramos ignorantes! (Y que conste que lo sé por experiencia). Como si la seño no supiera que estábamos en la parra, sin prestar atención y totalmente amodorrados. Lo que pasa es que ella estaba tan adormilada como nosotros y no tenía ganas ni de reñirnos. Así es la primavera en Valencia, señoras y señores. Este juego nos ayudaba a mantener un equilibrio perfecto entre el sueño y la vigilia. Vamos, que nos mantenía lo suficientemente despabilados como para no darnos cabezazos contra la mesa.
El ahorcado es un juego de adivinanzas famoso donde los haya y lo mejor es que puedes proponer todo tipo de charadas: palabras sueltas, frases, títulos de películas, nombres de famosos, personajes ficticios… La dinámica del juego es bien fácil. Primero se dibuja, de manera muy rudimentaria, una suerte de horca a la izquierda de un papel en blanco. A continuación, quien propone el acertijo, marca junto a la horca tantas líneas como letras tiene la palabra que los demás deben adivinar. Por turnos, cada jugador elige una letra que cree que pudiera formar parte de la palabra. Si tiene éxito y su letra forma parte de la palabra, puede continuar jugando.
Si por el contrario, la letra elegida no figura en la palabra, se le penaliza dibujando una cabeza en la horca y se escribe la letra errónea en un aparte, para descartarla. Cada error supone un miembro más dibujado para formar un monigote. El número de miembros del muñeco puede variar, dependiendo de “la manga ancha” que se le quiera dar a los jugadores. Generalmente se dibujan la cabeza, dos brazos, el tronco y dos piernas; pero claro, podemos añadir manos, pies, ojos, boca… Quien adivine o complete la palabra antes de que el monigote sea dibujado por completo, gana y empieza de nuevo el juego. Como ves, el juego del ahorcado puede dar mucho juego, válgame la redundancia, y se puede complicar o simplificar a placer. Eso lo decides tú.
No, en serio! La población masculina de monigotes de palitos está descendiendo dramáticamente. Un respeto.
Ahora te hablaré de uno de mis juegos preferidos para pasarlo bomba entre amigos. Es el “adivina el personaje”. Tal vez te suene este juego si has visto la película Malditos bastardos de Quentin Tarantino. En una de las escenas, un grupo de soldados nazi de permiso coinciden en un bar con una famosa actriz (agente doble) que está esperando a sus aliados. Los soldados, medio borrachos, la convencen para unirse a ellos en este juego. Como no sé si lo conoces, te describiré cómo juego yo. Primero, ten a mano una libretita de Post-it, de esas que llevan adhesivo en la parte superior. Sentaos en cualquier lugar, público o privado, pero formando un círculo, de manera que todos os podáis ver las caras. Que cada uno coja un post-it y escriba el nombre de un personaje real o ficticio, sin que su compañero de la derecha lo vea (esto es crucial).
A continuación, pegas la nota adhesiva con el nombre del personaje en la frente de tu compañero de la derecha. De esta forma, cada uno podrá ver los personajes del resto de jugadores pegados en sus frentes. La gracia consiste en que, aunque tú veas la identidad de tus amigos, y tus amigos puedan ver la de los demás (incluida la tuya), ninguno de vosotros tendréis ni idea de cuál es vuestro propio personaje. Aquí comienza el juego. Por turnos (empieza quien quiera), cada uno de vosotros tendrá que formular una serie de preguntas para tratar de adivinar quién es. Las respuestas solo podrán ser “sí” o “no” y serán contestadas por el resto de compañeros.
Basándonos en estas normas, una pregunta como “¿Dónde vivo?” no tendría cabida en este juego. Ahora bien, “¿Vivo en España?” sería totalmente válida pues la respuesta sería “sí” o “no”. Claro está, que los personajes que elijáis deben ser conocidos por todos para que el juego tenga sentido. Te puedes llegar a conocer mejor con estos juegos, pues las preguntas delatan tus prioridades, prejuicios, cultura y agilidad mental (y también la de tus compañeros). En fin, la risión está garantizada, y más aún cuando conoces a tu compañero de la derecha y eliges un personaje a propósito para chincharlo, despistarlo, animarlo, etc. Por supuesto, puedes ser tan creativo como quieras y acordar sustituir los personajes por obras de arte, lugares, personas que conocéis… Como siempre, tú marcas las normas.
Por último, quisiera recomendarte el más difícil todavía, por si todo lo anterior te sabe a poco. Existen páginas web y libros que recopilan acertijos y juegos de lógica que van de menos a más difíciles. Recuerdo que en la facultad mi ahora marido me regaló un libro de acertijos titulado “¿La dama o el tigre?”, de Raymond Smullyan, donde se retaba al lector a ponerse en la piel de diferentes prisioneros. El malvado rey que los retenía los obligaba a resolver una serie de acertijos y elegir entre un determinado número de puertas, donde podrían encontrar un fiero tigre o una bella dama. Solo así obtendrían la libertad o la muerte. Lejos de dejar la decisión en manos del azar, los reclusos debían usar su inteligencia para salir vivos de allí. Para ello, el monarca había puesto un cartel en cada puerta con una frase que podía ser verdadera o falsa.
Los primeros eran bastante fáciles de resolver, pero llegaba un momento en que la cosa se complicaba de tal manera que necesitabas tardes o días enteros para encontrar la solución. Podías perderte en mitad de tu razonamiento y había que volver a empezar. A la complejidad del juego se sumaba el número de elementos a tener en cuenta y, realmente, la lógica de tu pensamiento, tu capacidad de deducción y tu agilidad mental se ejercitan y trabajan a la máxima potencia. Es como entrenar tu cuerpo en el gimnasio, solo que en este caso, es la mente la que entrena para estar en forma. Reconozco que estaba enganchadísima a ese tipo de juegos de lógica y me volvía loca cuando no lograba dar con la respuesta. Aprovechaba cualquier rato libre para releer las claves y empezar un nuevo razonamiento para descubrir la respuesta. ¡Parecía una yonqui con el mono! Pero como ya sabes, las cosas difíciles se consiguen con perseverancia y mimo: “la paciencia es la madre de la ciencia”.
Apuesta por los desafíos de estos juegos porque el entretenimiento y las risas están garantizadas. Podrás poner a prueba tu agilidad mental y la de tus compañeros. Despabila tu mente y desafía a tus amigos con adivinanzas y acertijos. Comprobarás quién es el más despierto o el más despistado, pero esto no tiene importancia porque la práctica hará que tu capacidad de atención aumente y te motivará para alcanzar un objetivo: resolver un problema a través de la creatividad, a la vez que se desarrolla la capacidad estratégica para resolver problemas diversos de la vida cotidiana.