Título
Buscando a Nemo
Hoy os traigo como material terapéutico Buscando a Nemo (Finding Nemo en su idioma original). Esta película de animación de Disney/Pixar (2003) ha conseguido hacerse un lugar en la memoria colectiva mundial, amén de numerosos premios y nominaciones en diferentes festivales de las artes (Oscar a la mejor película de animación). Aparte de su perfección técnica y visual, Buscando a Nemo se ha convertido en una de esas películas inmortales que todo progenitor debería disfrutar con sus hijos. Una historia sin igual llena de aventuras, el amor incondicional de un padre por su hijo, las relaciones con los miembros de nuestra comunidad y las nuevas amistades, la confianza en uno mismo y en los demás, el trabajo en equipo y, sobretodo el océano. Así es: toda esta fantástica historia transcurre en el Océano Pacífico Sur, junto a la costa de Sídney (Australia). ¿Podéis imaginar mejor escenario para esta aventura? Coloridos arrecifes de coral, exóticos peces, vistosas especies que comparten el medio acuático y también peligro. No hay aventura que se precie sin sus dosis de peligro y acción: tiburones vegetarianos, especies abisales y, cómo no, ¡los humanos! Pero sobretodo con buenos y nuevos amigos.
Una trama con anzuelo
Veréis, la aventura comienza cuando Nemo, un pequeño pez payaso con una aleta atrofiada, está a punto de asistir a su primer día de colegio. Su amoroso padre Marlin lo acompaña y no para de darle consejos para que siempre esté alerta y evite toda clase de peligros. Nemo en cambio, está deseando aprender y conocer a todos sus compañeros de colegio. Un solo día de cole es necesario para que Nemo descubra que el océano se extiende más allá de su hogar. De regreso a casa con su padre y ante la nula confianza que Marlin demuestra siempre hacia las capacidades de su hijo, Nemo decide revelarse ante la obstinada sobreprotección de su progenitor y lo desobedece nadando hacia mar abierto. Es entonces cuando Nemo es capturado por un submarinista y desaparece ante la horrorizada mirada de su padre. Desde ese mismo instante, Marlin se propone encontrar a Nemo con o sin ayuda, y sale inmediatamente hacia mar abierto tratando de seguir el rastro de la barca del submarinista.
Cuando se encuentra perdido y solo, Marlin conoce a Dory, una tenaz y simpatiquísima pez cirujano azul con un “ligero” problema de memoria. Marlin y Dory aún no lo saben pero juntos van a emprender una de las hazañas más increíbles de todo el océano y, su viaje, como todos los buenos viajes, no solo será un recorrido en la distancia, sino hacia el aprendizaje, autoconocimiento y crecimiento personal. Valores como la tolerancia, la comprensión, el trabajo en equipo, el optimismo y la confianza son la clave que rodea esta odisea oceánica.
Mientras tanto, Nemo ha ido a parar a la pecera de su captor, un dentista que posee un bonito acuario decorativo en su consulta, pero que ignora por completo la importancia del desarrollo de la vida marina en su entorno natural. Su propósito es regalar a Nemo a su sobrina Darla, una niña malcriada e incivilizada que tortura todo aquello que toca. Por suerte, dentro de la pecera Nemo hará nuevos amigos de los cuales aprenderá valores como la superación, la tenacidad y el valor, pero también la prudencia y la paciencia.
Un buen día Nemo se entera a través de su amigo Nigel el pelícano que un pez payaso llamado Marlin está recorriendo todo el océano (a pesar de los peligros) para encontrar a su hijo. Nemo no da crédito a las noticias y queda tan sorprendido por el valor de su padre que pone en marcha un plan de huida junto con sus nuevos amigos.
Valores muy humanos en el océano
Los temas principales que se tratan en Buscando a Nemo son múltiples pero todos están íntimamente ligados. Primeramente me centraré en lo más obvio: el miedo. El miedo, entendido como esa emoción desagradable provocada por la percepción real o no de un peligro, provoca ansiedad y tensión a quien lo padece. Este miedo conduce directamente a la desconfianza y, en este caso, a la sobreprotección paterno-filial. Nemo es lo único que tiene Marlin en su vida, su única familia y no está dispuesto a exponer a su hijo desvalido a los numerosos peligros del entorno marino. El miedo de Marlin (justificado al principio por el ataque de la barracuda) se convierte en un miedo casi irracional que frena su integración en la comunidad e impide a Nemo desarrollarse como individuo.
En Buscando a Nemo, observamos una profunda reflexión sobre la importancia de la comunidad y sus valores positivos como el respeto, la unión, confianza, convivencia y tolerancia, cosas Marlin no puede aceptar así, de buenas a primeras, debido a su gran trauma. Es el primer día de colegio de Nemo y Marlin prácticamente lo está preparando para una guerra.
Si hablamos de educación, no se trata de ser muy estrictos ni muy permisivos porque las dos opciones están abocadas al fracaso. Como diría Aristóteles , la virtud se encuentra en el término medio: tratar de enseñar a los niños que hay tiempo para cada cosa, enseñar a aceptar que no todo puede ser inmediato y educarlos en la paciencia. Es importante no tratar a los niños como inferiores, ni ponerles límites o impedimentos para todo. Solo de la confianza y del trabajo en equipo nace la unidad y el éxito, cosa que Marlin acabará aprendiendo gracias a su nueva amiga Dory. El reconocimiento de las habilidades y el trabajo en equipo son la clave para construir un individuo con alta autoestima y confianza en sí mismo y en los demás.
“Amores que (m)atan”
Esta película sugiere que, en general, el mundo es un buen lugar para vivir a pesar de los peligros que probablemente tengamos que afrontar de vez en cuando. No importa el motivo, “atar demasiado corto” a alguien solo conseguirá alejarlo. Esto se ve claramente en la escena en que Marlin, en sus esfuerzos por proteger a su hijo, sin querer lo empuja a la desobediencia y Nemo nada hacia mar abierto para tocar la barca del submarinista.
Una variación de este mismo tema lo encontramos en el acuario de la consulta del dentista donde Nemo y otras especies marinas viven atrapadas y desquiciadas a causa de la alienación que sufren por su vida en cautiverio: por un lado, los miembros del acuario viven cómodamente y a salvo en su pecera pero, por otro lado, ansían la libertad del océano. De ahí las contradicciones o excentricidades de algunos de estos personajes. El dentista no quiere dañar de ningún modo a sus peces y los “protege” y “cuida” en demasía sin darse cuenta de que su comportamiento controlador ha afectado a sus vidas. Por eso se dice que “hay amores que (m)atan”. Sobreproteger a alguien no siempre es lo mejor porque, al igual que el dentista, crearemos un ambiente tan sumamente controlado que acabará por perjudicar el bienestar emocional de los que más queremos.
A veces nuestros seres más queridos necesitan asumir algún riesgo. Esto no significa que debamos animarlos a ponerse en peligro ni mucho menos. Volviendo a la frase de Aristóteles, “la virtud se haya en el término medio“, las tendencias sobreprotectoras deben ser contrarrestadas, compensadas. Ya lo veréis más claro cuando conozcáis a Crush y a su clan de tortugas marinas que viajan por la corriente australiana del este. Aquí Marlin aprende que la única manera de aprender es intentándolo y confiando en los demás. “El miedo no debe paralizarnos”.
Marlin: ¿Cómo sabes si están preparados?
Crush: Bueno, nunca llegas a saberlo realmente, pero cuando ellos lo saben, tú lo sabes.
No dejéis de ver esta preciosa película con vuestros hijos porque la experiencia es impagable. Buscando a Nemo consigue ser uno de esos clásicos que gustan por igual a niños y mayores, a solteros y casados, a adolescentes, a carnívoros y herbívoros… ya que la misma historia puede ser leída e interpretada de varias maneras. En resumen, para todos los públicos.
Os dejo aquí uno de mis momentos preferidos de este film, de la mano de la adorable Dory:
Dory: ¿Cuando huye la suerte sabes qué hay que hacer?
Marlin: No quiero saberlo…
Dory: ¡Sigue nadando, sigue nadando, nadando, nadando! ¿Qué hay que hacer? Nadar. ¡Sí!
¡Ah! Casi se me olvida: disiparéis todas vuestras dudas y encontraréis todas las respuestas en P. Sherman, Calle Wallaby 42, Sídney.